LA AVENTURA CONTINÚA EN...

sábado, 7 de noviembre de 2009

Mala Praxis c01: La Melancolía de Maruja Salamina IV

Esta historia es ficticia. No está inspirada en personajes, organizaciones ni hechos reales. Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad... lo juro... tuturuturu...

Capítulo 1: La Melancolía de Maruja Salamina IV


Rodrigo y yo salimos de la habitación y nos dirigimos a pasar la ronda pertinente al resto de habitaciones. Ningún cambio relevante se produjo en los pacientes encamados, por lo que nos dirigimos rápidamente al despacho médico para comentar el que se había convertido en nuestro caso principal.

Al abrir la puerta la sala estaba igual de desierta que como la dejamos. Al parecer ninguno de las chicas se había dignado a aparecer para realizar sus prácticas.

—Se les va a caer el pelo a ese par de pijillas… —Dije entre dientes.

—¿Qué decía Dr. Kelzo? —Preguntó extrañado Rodrigo.

—Nada, nada. Por cierto, ya puedes dejar de hablarme por el mote, que ahora mismo no estoy para bromas. El caso de esta chica me suena, pero necesito concentración para encaminarlo bien.

—¿Y qué sugiere Dr. Salcedo?

—Creo que la respuesta es psiquiátrica…

Ambos, cansados por la ronda, decidimos sentarnos alrededor de la mesa, y así poder discutir el caso con más detenimiento.

—… tiene que ser algo patológico. No creo que seguir los pasos de ese palillero de Freud sea la solución que estamos buscando. Pediremos las pruebas de rigor, pero al mismo tiempo indagaremos sobre su historial en busca de un posible problema psiquiátrico.

—Pero doctor… —Interrumpió Rodrigo. —Si fuera así, no habría dado ya los psiquiatras o neurólogos del hospital con algo.

—Te voy a decir algo que tienes que saber sobre este hospital, Rodriguín. —Le dije mientras le miraba a los ojos. —Los de psiquiatría son una panda de inútiles que solo sabes meter zumbidos eléctricos a sus pacientes…

—Pero en neurología… —Volvió a interrumpir.

—En neurología están demasiado obsesionados con su ombligo como para centrarse en este tipo de casos. Lo peor de todo es que creen que su ombligo está en la cabeza… todas las dolencias tienen que ser de la cabeza, hasta una pierna rota. —Le dije a Rodrigo mientras miraba hacia la ventana.

—Bueno, doctor, si usted lo dice.

—El problema es que no lo digo yo solo, lo dice medio hospital. Pero bueno, qué le vamos a hacer. Para suplir esa carencia ya estoy yo, el médico entre los médicos, con el récord absoluto en el Trauma Center de la Wii… —Dije con orgullo y sacando pecho.

—Esto, doctor… —Me cortó Rodrigo como queriendo cambiar de tema. —¿Pido las pruebas de siempre?

—Sí, una analítica completa de sangre, una placa de tórax y un electrocardiograma de regalo.

—Vale, me pongo con ello.

Mientras Rodrigo se ponía con el papeleo, yo me puse a meditar sobre el caso. Esto me recordaba al juego Phoenix Wright, cuando el testigo comienza a hablar y tienes que buscar las incoherencias. Hay dos cosas me han llamado la atención: La primera, que es huérfana y la segunda, su repentina entrada a un instituto nuevo.

Lo de los padres tengo que descartarlo, ya que según leo ahora en su historial —La verdad es que podría haberlo hecho antes y así no hubiera metido la gamba—, murieron de un accidente cuando ella tenía 5 años. Un suceso de hace 12 años en pocos casos repercutiría de manera significativa en un trastorno actual.

Por lo que no me queda otra que centrarme en el cambio de instituto. Quiero decir, tiene que ser un cambio de instituto, porque entrar de nuevas a su edad, no lo veo yo muy probable. Se lo tendré que preguntar la próxima vez…

—¡Doctor! —Dijo Rodrigo elevando su voz.

—¡Por Dios! ¡Qué susto! —Me pilló desprevenido. —¿Qué ocurre?

—¡Ya he terminado con los papeles!

—Ea, ea, ya pasó chavalote. —Le di unos golpecitos en el hombro.

—¡Pero, Dr. Salcedo…! —Me dijo mientras se le salía una lágrima del ojo. —¡Es la primera vez que me deja rellenar los papeles solo!

—Oh, vamos, no me jodas. —Me levanté y me puse a mirar al techo. —Rodrigo, cuando hayas salvado la vida de una persona tú solo lo celebras… ¡No me vengas ahora con lo de los papelitos!

—Está bien, doctor. Creo que me he emocionado, lo siento. —Murmuró Rodrigo mientras se le salían los mocos de las narices.

—Pues nada, para rematar la faena, le llevas las cosas a la enfermera para que las pida, a ver si tenemos los resultados para hoy.

—¿Para hoy doctor? Pero si ya son casi las tres de la tarde…

—¿¡Qué coj…!? ¿Las tres de la tarde? —Exclamé sorprendido.

—Claro, señor…

—Mierda. El caso de esta chica me ha chupado toda la noción del tiempo. ¡Se acabó mi turno! En fin, uno que se va.

—Pero doctor, y la paciente…

—Que le hagan un seguimiento estándar y que mañana a primera hora estén los resultados sin falta.

—Doctor, no me deje solo con este montón de…

Cerré la puerta.

Si algo sé de mi vida como médico es que un buen descanso es fundamental para una buena praxis. Por eso, es esencial salir disparado del hospital una vez termina tu turno. El problema es que todo mi descanso se ve ocupado por mis frikadas, y al final, termino durmiendo lo mismo que los que se quedan haciendo guardia...

Continuará...


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3 bofetadas:

T,  5 de noviembre de 2009, 21:10  

Bueno, bueno, bueno... digo que muy bien. Me gusta la historia un montón :3

¡Viva el Dr. Salcedo! Un crack xD

ZeroSagitary 6 de noviembre de 2009, 15:23  

no se, pero por alguna razon me lo imagino todo como en las viñetas de manga, con sus expresiones y todo xD

que le pasa a ese Rodrigo, tanta emoción por llenar unos papeles???

Maese Fangorn,  6 de noviembre de 2009, 17:15  

Como me molan los pensamientos del buen doctor. Parece ése tipo de personajes serios pero que siempre están de coñas y que sueltan algo como: "Maldita sea... esto ya me lo decía mi ex-mujer." "¿Cuál de todas?" "La segunda, por supuesto. La primera se marchó sin ningún aviso."

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